martes, 30 de noviembre de 2010

10 GRANDES MENTIRAS DE LA HISTORIA DE MEXICO.


 

Existe un dicho anónimo que señala que "la historia la escriben los vencedores". De ahí se deduce que el pasado de México está conformado por diversos mitos y leyendas que han perdurado hasta nuestros días y se han convertido en parte de las memorias nacionales.
En el libro Mitos de la historia de México: de Hidalgo a Zedillo  de Alejandro Rosas, el autor invita a los lectores a descubrir parte de nuestro pasado. En la obra deja a un lado las verdades a medias de los héroes nacionales: personajes señalados como perfectos que combatían por causas justas.
Rosas comenta que estos hombres y mujeres eran seres humanos con inconformidades y defectos, donde las traiciones, el poder y la avaricia se apoderó de algunos de ellos.
Los sitios difusoronline.comEl Universal.com y la revista Quo enlista una serie de mitos de la historia de México. Como la verdadera frase que pronunció el cura Hidalgo al inicio  del movimiento de Idependencia.

1. ¿Qué gritó Hidalgo?  De acuerdo con uno de los capítulos del edicto de excomunión emitido el 24 de septiembre de 1810 por el obispo electo de Valladolid (hoy Morelia), don Manuel Abad y Queypó, el estandarte de Hidalgo tenía la siguiente inscripción:
"¡VIVA LA RELIGIÓN, VIVA NUESTRA MADRE SANTÍSIMA DE GUADALUPE, VIVA FERNÁNDO VII, VIVA LA AMÉRICA Y MUERA EL MAL GOBIERNO!"
 
Según este edicto de excomunión que fue publicado el viernes 28 de septiembre de 1810 en la Gaceta extraordinaria de México, número 112, esa frase fue la que pronunció el cura Hidalgo. Ni una palabra más, ni una palabra menos.

2. El origen de la frase "el respeto al derecho ajeno es la paz" y la reivindicación a los indígenas. La realidad demuestra que el ex presidente Benito Juárez no utilizó su origen para que lo trataran de forma especial; en sus discursos no hubo autocomplacencia o conmiseración hacia este grupo social.
Además, su nombre fue inspiración para la familia Mussolini, quien bautizaría a uno de sus hijos con el nombres de "Benito".

Existe una
controversia en cuanto a la autoría de la frase: "Entre los individuos, como entre las Naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz",  pues existen historiadores que se la atribuyen al filósfo alemán Immanuel Kant, que la incluyó, no de manera idéntica, en el libro "La Paz Perpetua".
También se ha dicho que la frase fue tomada por Juárez de escritos del teórico del liberalismo Benjamin Constant de Rebecque (Lausana, 1767-1830).

3. Siempre se dijo que el pueblo mexicano "como un sólo hombre" se levantó en armas contra Porfirio Díaz y contra Victoriano Huerta. Esta afirmación es falsa. La Revolución mexicana fue la suma de distintas rebeliones. Y el periodo más violento fue cuando los revolucionarios se enfrentaron entre sí. Los supuestos héroes que se decía que lucharon juntos y unidos, terminaron asesinándose unos a otros.

4. Aunque la historia oficial ha presentado a Emiliano Zapata como un indio pobre que se levantó en armas, lo cierto es que era un pequeño propietario, dueño de un pedazo de tierra para cultivar.
Tenía sus buenos caballos e incluso, en una ocasión, los ingresos que ganó por una buena cosecha de sandías los empleó para comprarse una botonadura de plata para su traje de charro. Le gustaba la comida francesa y el buen coñac. En el siguiente video se le puede ver, literalmente, siendo entrevistado por algunos periodistas, señaló biografias.es

5. En la figura de Francisco Villa se funden realidad y leyenda: desde un "Robin Hood" a la mexicana, hasta un bárbaro incontenible o un genial estratega. Su revolución fue más allá del bandolerismo. Aunque inculto (aprendió a leer muy tarde), era un hombre simple que conocía bien las miserias de la gente del campo. Creía en el poder redentor de la educación. Fue leal con sus hombres y actuó acorde con sus ideales. También derramó mucha sangre sin el menor remordimiento.

6. ¿Existió en verdad El Pípila? La realidad es que no hay pruebas sobre la existencia de Juan Martínez: los barreteros eran muchos en una región que vivía de la minería y es posible que los jefes insurgentes enviaran a uno de ellos (Juan, Pedro, Antonio...) como carne de cañón. El Pípila representa a esos hombres anónimos sacrificados en la Independencia, indica el dirario elmonitorparral.com

7. Siempre se dijo que los niños héroes eran seis y que uno de ellos se arrojó envuelto en la bandera desde lo alto del Castillo de Chapultepec. Pero la realidad es otra. Si bien seis de ellos murieron el 13 de septiembre de 1847 y ninguno se aventó, más de 50 cadetes también participaron en la defensa contra el ejército norteamericano, uno de ellos, Miguel Miramón, cayó herido en la defensa de la patria, publica elsiglodetorreon.com

8. Existe la creencia equivocada que la letra "I" de Francisco I. Madero corresponde a Indalecio. No existe documento alguno, ni entrevista, ni testimonio que pueda confirmar esto. Hoy no queda lugar a dudas: la I es de Ignacio, según señala su fe de bautismo y el acta de nacimiento. Así fue bautizado por sus padres, ya que eran devotos de San Francisco de Asís y San Ignacio de Loyola, señala cronicasmundosocultos.com

9. Santa Anna, ¿en verdad tan odiado? Le decían el "quince uñas" por su desmedido gusto por el dinero. Pasó de monárquico a republicano, federalista, centralista, dictador y lo mismo pero de regreso. Ganó y perdió importantes batallas, malvendió territorio mexicano...pero tenía un gran carisma y el ejército lo respetaba. Las veces que ocupó la presidencia fueron con el consentimiento de sus compatriotas, que lo mismo lo apreciaban que lo atacaban, señala el sitio biografíasyvidas.com

10. ¿La Malinche, sólo fue una amante? Nació posiblemente en Coatzacoalcos, quizá en la clase alta de la sociedad mexica. Su nombre tal vez fue Malitzin y terminó en Malinche. Su nombre cristiano fue Marina, la de Cortés, por su relación con Hernán con quien tuvo un hijo: Martín.
Hablaba náhuatl-maya y eventualmente castellano. Asesoró a los españoles sobre las costumbres sociales y militares de los nativos, y posiblemente realizó también tareas de lo que hoy llamaríamos "inteligencia" y "diplomacia", jugando un papel importante durante la primera parte de la conquista.
Su papel fue fundamental para el proceso de conquista, pues sirvió como traductora de los españoles. De todos modos la Malinche representa la otra conquista: la del mestizaje.

Destaca la Iglesia labor social de curas en la historia del país

Imdosoc: los sacerdotes han consolado al pueblo en tiempos de dolor.

Ante las innumerables críticas a la Iglesia católica por los casos de pederastia, violación del celibato y abuso de poder de sacerdotes y congregaciones, el director del Instituto Mexicano de la Doctrina Social Cristiana (Imdosoc), Manuel Gómez Granados, consideró que llegó el momento de recomenzar desde Cristo y refundar la Iglesia para hacerla no como nosotros quisiéramos, sino como quiere Cristo, y esto significa conversión”.
Durante la conferencia El sacerdote en la historia de México –organizada por la séptima vicaría de la arquidiócesis de México con motivo del 25 aniversario de la ordenación del cardenal Norberto Rivera Carrera y sus 15 años como arzobispo primado de México–, apuntó que los excesos de los presbíteros se explican en algunos casos por el paternalismo eclesial, pero sobre todo por la falta de fidelidad a su vocación.
Acotó que los sacerdotes son hombres de su tiempo, y por tanto no son ajenos a la cultura dominante de cada época, por lo que forman parte de la Iglesia histórica que, como expresaba el escritor británico Gilbert K. Chesterton, no es la asamblea de los puros, sino el hospital de los pecadores”.
Gómez Granados resaltó que pese a los malos sacerdotes”, es innegable que el clero ha jugado un papel fundamental en la historia nacional, pues ha sido impulsor de obras sociales, por lo cual se erigen como vicarios de Cristo”.
Especialista en temas religiosos, subrayó que los sacerdotes han consolado al pueblo en tiempos de dolor e intolerancia, abusos y discriminación, han sido portadores de paz, entrega y lucha en favor de los necesitados. En ese contexto, destacó el compromiso de 13 religiosos que la historia de México distingue por promover la formación de laicos y poner en obra la dimensión social de la fe.
Habló de fray Juan de Zumárraga, primer obispo y arzobispo de la arquidiócesis de México, fundador de hospitales y centros de caridad, promotor de la educación; fray Bartolomé de las Casas, defensor de los derechos de los indios y Alfredo Méndez Medina, impulsor de la formación de sindicatos de obreros y campesinos.
También de Rafael Guízar Valencia, primer obispo mexicano en ser declarado santo; Miguel Darío Miranda, quien inició el proyecto de la gran misión en la arquidiócesis de México, fundador del movimiento Acción Católica Mexicana y de la Universidad Católica de México. Comprometido con la enseñanza y difusión de la doctrina social de la Iglesia, también fue impulsor de la fundación del Imdosoc.
Se refirió, asimismo, a Rafael Vázquez Corona, quien inició las gestiones para reanudar las relaciones diplomáticas entre la Iglesia católica y el gobierno; y Carlos Talavera Ramírez, defensor de las causas sociales.

GOBERNANTES DE MEXICO.

Todos los Gobernantes de México

México Prehispánico
  • ¿?.-Tenoch (tuna de piedra), fundador de Tenochtitlán
  • 1376.-Acamapichtli (el que empuña la caña)
  • 1397.-Huitzilihuitl (pluma de colibrí)
  • 1417.-Chimalpopoca (escudo que humea)
  • 1427.-Itzcóatl (serpiente de obsidiana)
  • 1440.-Moctezuma Ilhuicamina (su Sr. airado, flechador del cielo)
  • 1469.-Axayácatl (cara en el agua o mosco acuático)
  • 1481.-Tizoc (pierna atravesada de obsidianas)
  • 1486.-Ahuízotl (nutria)
  • 1502.-Moctezuma Xocoyotzin (su señor airado, el más joven )
  • 1520.-Cuitláhuac (alga desecada)
  • 1520.-Cuauhtémoc (águila que desciende)
México colonial
  • 1521.-Hernán Cortés
  • 1524.-Alonso Souza
  • 1528.-Audiencia
  • 1535.-Antonio de Mendoza, Conde de Tendilla
  • 1550.-Luis de Velasco (padre)
  • 1564.-Audiencia
  • 1566.-Gastón de Peralta, Marqués de Falces
  • 1567.-Audiencia
  • 1568.-Martín Enríquez de Almanza
  • 1580.-Lorenzo Suárez de Mendoza, Conde de Coruña
  • 1583.-Audiencia
  • 1584.-Pedro Moya de Contreras (arzobispo de México)
  • 1585.-Alvaro Manrique de Zuñiga, Marqués de Villamanrique
  • 1590.-Luis de Velasco (hijo)
  • 1595.-Gaspar de Zúñiga y Acevedo, Conde de Monterrey
  • 1603.-Juan de Mendoza y Luna, Marqués de Montesclaros
  • 1607.-Luis de Velasco (hijo)
  • 1611.-Fray García Guerra (arzobispo de México)
  • 1612.-Diego Fernández de Córdoba, Marqués de Guadalcázar
  • 1621.-Diego Carrillo de Mendoza y Pimentel
  • 1624.-Rodrigo Pacheco de Osorio, Marqués de Cerralvo
  • 1635.-Lope Díaz de Armendáriz, Marqués de Cadereyta
  • 1640.-Diego López Pacheco Cabrera y Bobadilla
  • 1642.-Juan de Palafox y Mendoza (obispo de Puebla)
  • 1642.-García Sarmiento de Sotomayor, Conde de Salvatierra
  • 1648.-Marcos de Torres y Rueda (obispo de Yucatán)
  • 1649.-Audiencia
  • 1650.-Luis Enrique de Guzmán, Conde de Alba de Liste
  • 1653.-Francisco Fernández de la Cueva, Duque de Alburquerque
  • 1660.-Juan de Leyva y de la Cerda, Marqués de Leyva
  • 1664.-Diego Osorio de Escobar y Llamas
  • 1664.-Antonio Sebastián de Toledo, Marqués de Mancera
  • 1673.-Payo Enríquez de Rivera (arzobispo de México)
  • 1680.-Tomás Antonio de Cerda y Aragón , Marqués de la Laguna
  • 1686.-Melchor Portocarrero Lasso de la Vega, Conde de Monclova
  • 1688.-Gaspar de la Cerda Sandoval, Silva y Mendoza
  • 1696.-Juan de Ortega y Montañés (obispo de Michoacán)
  • 1696.-José Sarmiento y Valladares, Conde de Moctezuma
  • 1701.-Juan de Ortega y Montañés (obispo de Michoacán)
  • 1702.-Francisco Fernández de la Cueva Enríquez
  • 1711.-Fernando de Alencastre Noroña y Silva, Duque de Linares
  • 1716.-Baltasar de Zúñiga y Guzmán Sotomayor y Mendoza
  • 1722.-Juan de Acuña, Marqués de Casafuerte
  • 1734.-Juan Antonio de Vizarrón y Eguiarreta (arzobispo de México)
  • 1740.-Pedro de Castro y Figueroa, Duque de la conquista
  • 1741.-Audiencia
  • 1742.-Pedro de Cebrián y Agustín, Conde de Fuenclara
  • 1746.-Juan Francisco de Güemes, Conde de Revillagigedo
  • 1755.-Agustín de Ahumada y Villalón, Marqués de las Amarillas
  • 1760.-Joaquín de Montserrat, Marqués de Cruillas
  • 1766.-Carlos Francisco de Croix, Marqués de Croix
  • 1771.-Antonio María de Bucareli y Ursúa
  • 1779.-Martín de Mayorga
  • 1783.-Matías de Gálvez
  • 1784.-Audiencia
  • 1785.-Bernardo de Gálvez, Conde de Gálvez
  • 1786.-Audiencia
  • 1787.-Manuel Antonio Flores
  • 1789.-Juan Vicente de Güemes, 2o Conde de Revillagigedo
  • 1794.-Manuel de la Grúa Talamanca y Branciforte
  • 1798.-Miguel José de Azanza
  • 1800.-Felíx Berenguer de Marquina
  • 1803.-José de Iturrigaray
  • 1808.-Pedro de Garibay
  • 1809.-Francisco Javier Lizana y Beaumont
  • 1810.-Francisco Javier Venegas de Saavedra
  • 1813.-Félix María Calleja del Rey
  • 1816.-Juan Ruiz de Apodaca, Conde del Venadito
  • 1821.-Juan O'Donojú (Ultimo Virrey)
México Independiente
  • 1821.-Junta Provisional Gubernativa / Regencia
  • 1822.-Agustín de Iturbide (Primer Imperio)
  • 1823.-Supremo Poder Legislativo
  • (Pedro Celestino Negrete, Nicolás Bravo y Guadalupe Victoria)
  • 1824.-Guadalupe Victoria, Primer Presidente de México
  • 1829.-Vicente Guerrero
  • 1829.-José María de Bocanegra (presidente interino)
  • 1829.-Pedro Vélez, Lucas Alamán, Luis Quintanar
  • 1830.-Anastasio Bustamante
  • 1832.-Melchor Múzquiz
  • 1832.-Manuel Gómez Pedraza
  • 1833.-Valentín Gómez Farías, Antonio López de Santa Anna
  • 1835.-Miguel Barragán
  • 1836.-José Justo Corro
  • 1837.-Anastasio Bustamante
  • 1839.-Antonio López de Santa Anna, Nicolás Bravo
  • 1839.-Anastasio Bustamante
  • 1841.-Francisco Javier Echeverría
  • 1841.-Antonio López de Santa Anna
  • 1842.-Nicolás Bravo
  • 1843.-Antonio López de Santa Anna/Valentín Canalizo
  • 1844.-A. López de Santa Anna, José J. Herrera; Valentín Canalizo
  • 1844.-José Joaquín Herrera
  • 1846.-Mariano Paredes / Nicolás Bravo / José Mariano de Salas
  • 1846.-Valentín Gómez Farías
  • 1847.-A. López de Santa Anna, Pedro M. Anaya, Manuel de la Peña
  • 1847.-Pedro María Anaya
  • 1848.-Manuel de la Peña y Peña
  • 1848.-José Joaquín Herrera
  • 1851.-Mariano Arista
  • 1853.-Juan Bautista Ceballos / Manuel María Lombardini
  • 1853.-Antonio López de Santa Anna
  • 1855.-Martín Carrera / Rómulo Díaz de la Vega / Juan Alvarez
  • 1855.-Ignacio Comonfort
  • 1858.-Félix Zuloaga
  • 1858.-Benito Juárez
  • 1858.-Manuel Robles Pezuela
  • 1859.-Félix Zuloaga
  • 1859.-Miguel Miramón
  • 1860.-José Ignacio Pavón / Miguel Miramón
  • 1861.-Benito Juárez
  • 1863

Regencia del Segundo Imperio
  • (Juan N. Almonte, Mariano Salas Pelagio, Antonio de Labastida, Juan B. Ormachea)
  • 1864.-Maximiliano de Habsburgo (Segundo Imperio)
  • 1867.-Benito Juárez
  • 1872.-Sebastián Lerdo de Tejada
  • 1876.-Porfirio Díaz
  • 1876.-Juan N. Mendez
  • 1877.-Porfirio Díaz
  • 1880.-Manuel González
  • 1884.-Porfirio Díaz

México Moderno
  • 1911.-Francisco León de la Barra
  • 1911.-Francisco I. Madero
  • 1913.-Pedro Lascuráin / Victoriano Huerta
  • 1913.-Victoriano Huerta
  • 1914.-Francisco S. Carvajal / Venustiano Carranza
  • 1914.-Eulalio Gutiérrez (Convención de Aguascalientes)
  • 1915.-Roque González Garza
  • 1915.-Francisco Lagos Cházaro
  • 1917.-Venustiano Carranza
  • 1920.-Adolfo de la Huerta
  • 1920.-Alvaro Obregón
  • 1924.-Plutarco Elías Calles
  • 1928.-Emilio Portes Gil
  • 1930.-Pascual Ortiz Rubio
  • 1932.-Abelardo L. Rodríguez
  • 1934.-Lázaro Cárdenas del Río
México Contemporáneo
  • 1940.-Manuel Ávila Camacho
  • 1946.-Miguel Alemán Valdés
  • 1952.-Adolfo Ruiz Cortines
  • 1958.-Adolfo López Mateos
  • 1964.-Gustavo Díaz Ordaz
  • 1970.-Luis Echeverría Alvarez
  • 1976.-José López Portillo
  • 1982.-Miguel de la Madrid
  • 1988.-Carlos Salinas de Gortari
  • 1994.-Ernesto Zedillo Ponce de León
  • 2000.-Vicente Fox Quesada
  • 2006.-Felipe Calderón Hinojosa

El asombro de Cortés

         

Pasear hoy por México D.F. es hacerlo por una ciudad maravillosa. Pero hace casi 500 años, cuando Hernán Cortés y sus hombres arribaron por aquellos pagos, el impacto debió ser aún mayor. Y es que la capital azteca —entonces, en sentido literal- era una urbe densamente poblada, con más de 250.00 habitantes. Tal cifra, para la época, suponía un dato a considerar. París, Bizancio o Nápoles no llegaban a los 100.00. Denominada por algunos la “Venecia del Nuevo Mundo”, ciertamente Tenochtitlán guardaba muchas similitudes con la ciudad italiana. Para empezar, su trazado urbano: canales, que sus habitantes recorrían por medio de canoas. Ello era así porque el emplazamiento de Tenochtitlán se hallaba en mitad de un lago, el Texcoco. En el centro, el recinto sagrado que englobaba edificios civiles y religiosos, sobresaliendo el Templo Mayor.
Pero era en lo cotidiano donde Tenochtitlán también maravilló a los españoles. Calzadas, diques y acueductos componían una arquitectura civil de gran nivel. En su interior, mercados ricamente surtidos debieron hacer de la capital azteca un lugar de evidente bullicio. Oro y semillas de cacao eran los medios de pago más empleados, aunque también existía el trueque. Para reponer fuerzas, nada mejor que los locales habilitados al efecto, en los que se podía degustar una gran variedad de zumos de frutas, amen de una bebida muy apreciada, hecha a base de cacao. Pero también había “farmacias”, ya que los aztecas eran diestros en la elaboración de pócimas naturales con las que aliviar toda suerte de dolencias. Parte de las plantas que utilizaban se emplean en la actualidad para la fabricación de algunos fármacos. Tenían hasta un zoológico, y como buena sociedad organizada que se precie, un nutrido cuerpo de funcionarios que velaba por el correcto funcionamiento de la administración.
La impresión debió de ser enorme. No menos de la que sentirían cuando, a unos pocos kilómetros, se dieran de bruces con el complejo de Teotihuacán. Abandonado cerca del siglo IX, sobresalen de entre otras edificaciones las Pirámides del Sol y de la Luna. Se entiende porqué los aztecas llamaron a aquel lugar “ciudad de los dioses”. Hoy, en cambio, es de todos, pues la Unesco la declaró en 1987 Patrimonio de la Humanidad. El orgullo de Quetzalcóatl, que en lengua náhuatl indica lo que repta y lo que vuela. Tierra y aire.

EL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA.

EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA ES EL MÁS BELLO POEMA SOBRE EL DESEO HUMANO."
   Las culturas precolombinas merecen evidentemente ser conocidas y difundidas con mayor amplitud. Hemos observado que en algunos textos de "Historia Universal de la Humanidad" ni siquiera se mencionan. ¿Acaso consideran que el hombre americano no es un ser humano?
   Estas civilizaciones existieron miles de años antes de Cristo y se han desarrollado en distintas regiones de América. No se trata desde ya de un mero problema cronológico, si no de la enorme importancia cultural que estas civilizaciones alcanzaron y que gradualmente se nos están develando. Nos encontramos en el comienzo de este largo camino de valorización americana; con la ardua y tenaz labor de los arqueólogos, antropólogos y artistas así como de escritores, historiadores, periodistas y narradores interesados en el tema y sobre todo embanderados en su deseo de conocimiento y de verdad, llegaremos a conocer y comprender con mayor amplitud y claridad la América Precolombina.
   Las excavaciones realizadas por los arqueólogos nos llenan de asombro y nos maravillan, mostrándonos a pueblos de gran sensibilidad espiritual, artística, religiosa y humanística. Lo hasta ahora arrancado a la selva que sepultó y resguardó sus ciudades, nos muestra una faceta de la humanidad poco conocida; sus calendarios, más precisos que los de uso actual, nos dan sólo una idea somera de sus profundos conocimientos matemáticos, geométricos y de astronomía. Su arquitectura, sus obras de arte, sus cerámicas nos deslumbran y nos muestran que conocían la divina proporción.
Quizás el relato más patético y real de la América Precolombina es el de Don Bernal Díaz del Castillo, soldado acompañante del conquistador Hernán Cortés, que escribió sus memorias a los 84 años, y ocupando el cargo de Consejero Municipal en América Central. Las mismas se encuentran en un enorme manuscrito del Municipio de Guatemala -asegurado con una cadena- y su escritura es clara y prolija. Del Castillo gozaba de una memoria prodigiosa, ya que podía relatar con cuantos caballos y yeguas grávidas contaba el ejército de Hernán Cortés y recordaba con lujo de detalles los nombres y apellidos de todos los soldados, además de la historia personal de cada uno.

   Los relatos están redactados con el asombro casi onírico de una visión deslumbrante, patética y a la vez real y maravillosa de un mundo no conocido, al que los historiadores han dado en llamar Nuevo Mundo; pero América no fue ni es un nuevo mundo. El hombre americano y su tierra existieron desde el momento estelar de la creación del hombre por el Ser Supremo.
   Transcribamos lo expresado por Díaz del Castillo, lo que vio el 8 de noviembre de 1519, desde la altura de 2040 metros, en la meseta de Anahuac.
   "Cuando vimos tantas ciudades y aldeas construidas sobre el agua y otras muy grandes sobre terrenos secos, quedamos asombrados y pensamos que se trataba de algo parecido a los acontecimientos relatados en el libro de "Amadis de Gaula" a causa de las grandes torres, de las pirámides y edificaciones que surgían del agua y que estaban construidas en piedra y que vimos tantas cosas tan admirables, no sabíamos que decir, o si era verdad lo que por delante parecía, que por una parte en tierra había grandes ciudades, y en la laguna otras muchas y veíamos todo lleno de canoas, y en la calzada muchos puentes de trecho en trecho, y por delante estaba la gran ciudad de TENOCHTITLÁN, y nosotros... no llegábamos a quinientos soldados... apenas 416, entre ellos 10 marineros, 33 ballesteros, 13 mosqueteros armados con arcabuces, además de 16 caballos y unos cañones de bronce. Desde lo alto de la montaña se vislumbraba la ciudad ambicionada, los destellos eran refulgentes, se trataba de una ciudad toda de plata y tan bella como jamás pudo soñarse. Extendíase en medio de un lago inmenso cuyas orillas se enlazaban mediante calzadas maravillosamente conservadas.
   Desde lejos podían contemplarse palacios y templos solo comparables a los que las ciudades europeas pudieran mostrar como más maravilloso. La ovalada isla sobre la que se asentaba el núcleo urbano de la ciudad, unida con tierra firme por tres avenidas convergentes hacia el centro, reunía en su ámbito a una abigarrada multitud de intensa actividad, establecida en el mayor asentamiento civilizado de la América septentrional. Desde lo alto veíamos las tres calzadas que entran en Tenochtitlán... y veíamos el agua dulce que venía de CHAPULTEPEC, de que se proveía la ciudad, y en aquellas tres calzadas, los puentes que tenían hechos de trecho en trecho... y veíamos en aquella laguna tanta multitud de canoas, unas que venían con abastecimiento y otras que volvían con cargas y mercaderías a cada casa de aquella gran ciudad, y de todas las demás ciudades que estaban pobladas en el agua, de casa a casa no se pasaba sino por unos puentes levadizos, y veíamos en aquellas ciudades cúes y adoratorios a manera de admiración. Estaba protegida por diques contra las inundaciones. Una parte de los soldados que iban con nosotros llegaron a preguntarse si todo lo que veíamos no era más que un sueño".
   En este sintético, pero patético relato, el autor expresa su asombro al ver por primera vez- junto a los demás conquistadores-, un mundo ni siquiera imaginado por el hombre llegado de otro continente; Bernal Díaz del Castillo recuerda relatos de "los cuatro libros del virtuoso caballero" donde su héroe, Amadis de Gaula, hijo de Perión y Elisena, es el vencedor victorioso en la pelea con gigantes y seres monstruosos, en una serie de episodios fantásticos. El influjo extraordinario de la obra que se editó en 1406, afloró a la mente de los conquistadores, que, asombrados, atónitos, perplejos, al ver la magnificencia de la Gran Ciudad-Estado de TENOCHTITLÁN, instantáneamente invocaron los fantásticos relatos de la famosa novela; pero lo que ellos estaban viendo no era novelesco, ni utópico, ni siquiera era un sueño, si no una maravillosa realidad, una concepción del hombre de estas tierras. Y los hombres venidos del otro lado del mar se preguntaron si su vista no los engañaba, si era un sueño, una realidad, si era verdad o mentira, ilusión o locura, otro mundo, otras tierras.
   Y tuvieron que rendirse a la evidencia, eran tierras lejanas, desconocidas para ellos; asombrados e incrédulos, se encontraron con una civilización no imaginada.
   Si pudiéramos, con los ojos de la imaginación, situarnos por un instante fugaz, junto a los conquistadores, descubriendo aquellas maravillas, ni concebidas, ni soñadas, sentiríamos una profunda emoción y nos veríamos sumergidos en un sueño intenso y lleno de magia y fantasía, de cuyo horizonte surgiría resplandeciente, humilde, arrogante, estupendamente bella y grande, un fantástico Continente: AMÉRICA.
   El descubrimiento de América tuvo dos fases; la primera fue su hallazgo por el "hombre blanco", llevada a cabo por el Almirante genovés Cristóbal Colón y, la segunda, la conquista del territorio realizada por Hernán Cortés, Pizarro y Vasco de Gama, entre otros.
   La conquista se hizo masacrando parte del pueblo aborigen, matanza que lamentablemente persistió a través de los siglos; hoy en día, continúa y el "hombre blanco", en nombre de un afán de progreso, sigue quitándole tierras al habitante de América y, lo que es peor aún, sus derechos. El Continente americano es tan rico, tan potente que despierta la codicia; ahora los conquistadores de la actualidad, no buscan el oro de sus entrañas o las joyas de sus emperadores, sino el petróleo, los fabulosos productos de su tierra ubérrima. Como en los lejanos tiempos de la conquista, no se le da participación a sus verdaderos dueños.
   La conquista produjo una ruptura cultural; se le impuso al aborigen una lengua, una religión y una cultura que le eran totalmente ajenas, se lo recluyó en las llamadas "reservas" o en zonas que los conquistadores les cedían graciosamente, como una limosna. Se creó así un apartheid para los verdaderos dueños de la tierra, mientras los intrusos se apoderaban de todas sus riquezas.
   Esta aberrante actitud aún está vigente hoy en día; a quien todo le pertenece, todo se le niega, es la única raza en el mundo que se extingue. Fue y es uno de los crímenes de lesa humanidad, del hombre contra el hombre.
Los tesoros aborígenes fueron arrancados de su sitio, trasladados como trofeos de conquista y, más tarde, instalados en museos del mundo entero. Lo que nadie pudo llevarse fue al Hombre de América; en él quedó vibrando el sello de sus viejas civilizaciones, su latente poder creativo en busca de exteriorización. Quedaron también las obras de aquellas colosales culturas cubiertas por la selva, que en la medida que se van recuperando, nos muestran sus maravillas y develan su historia.

   El descubrimiento de América cambió la faz del mundo, de su cultura, de su geografía, de su historia, de su arte; fue un catalizador que promovió cambios enormes en todas las latitudes, en especial en Europa.
   Para América y para el resto del mundo, el cosmos de estas civilizaciones, el espíritu autóctono americano marcó y sigue marcando un hito brillante que perdurará en la cultura de los pueblos hasta el último instante del último americano, o sea para siempre.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Casa de Habsburgo

Casa de Habsburgo


La Casa de Habsburgo (y su familia sucesora, Habsburgo-Lorena o Habsburg-Lothringen) fue una de las más grandes casas reales de Europa. Ninguna otra familia ha resistido tanto tiempo o dejado una huella tan profunda en el Viejo Continente: los Habsburgo fueron la más importante dinastía de la historia moderna y la historia del centro de Europa gira en torno a ellos. Con una habilidad matrimonial que cultivaron meticulosamente, los Habsburgo demostraron ser concertadores de alianzas por excelencia, con lo cual forjaron el imperio que ejerció el dominio centro-europeo por más de seiscientos años.

  • Soberanos en Alemania como reyes de romanos y emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico,
  • Soberanos de Austria (como Duques 1282–1453, Archiduques 1453–1804 y Emperadores 1804–1918),
  • Reyes de Hungría (1437–1439, 1445–1457, 1526–1918),
  • Reyes de Croacia (1437–1439, 1445–1457, 1526–1918),
  • Reyes de España (1516–1700),
  • Reyes de Portugal (1580–1640),
  • Reyes de Bohemia (1306–1307, 1437–1439, 1453–1457, 1526–1918),
  • Reyes de Galitzia y Lodomeria (1772–1918),
  • Grandes Príncipes de Transilvania (1690–1867),
  • Grandes Duques de Toscana (1737–1801; 1814–1860).

Corona imperial


Otras coronas controladas brevemente por la Casa incluyen:

  • Duques de Parma (1814–1847)
  • Duques de Módena (1814–1859)
  • Emperador de México (1864–1867)

De Condes de Habsburgo a Emperadores


Guntram el Rico fue el señor de algunos mediocres feudos en Argovia (o Argau), en el antiguo ducado de Suabia, actualmente un cantón del norte de Suiza (las tierras suizas formaban parte principalmente del Sacro Imperio Romano Germánico). Su nieto Werner ya se tituló conde de Habsburgo, nombre del castillo que había hecho construir en el centro de sus tierras (también llamado Habichtsburg, “Castillo del azor o del halcón”) en 1020, en la confluencia de los ríos Aar y Rin.

Blasón de los primeros Condes de Habsburgo


Sus descendientes ampliaron enormemente sus posesiones con las dotes y herencias que les llegaban de sus alianzas matrimoniales. Ya eran terratenientes poderosos, aunque sus dominios no estaban reunidos, sino que se extendían aquí y allá, con zonas intermedias pertenecientes a otros nobles. Nunca osaron proclamarse príncipes, aun siendo una de las principales familias de Suabia y dueños de amplias comarcas del sudoeste de Alemania (principalmente Alsacia, Brisgovia, Argovia y Turgovia) y lo que más tarde sería la Confederación Helvética.

Tras la muerte de Federico II se produce el gran interregno en el Sacro Imperio Romano Germánico. En 1273 es elegido emperador el casi desconocido conde Rodolfo de Habsburgo y ahí empezó la gran historia de esta familia.

Rodolfo I, conde de Habsburgo, duque de Austria y de Estiria y rey de Romanos (1218-1291)


Los electores imperiales, siete príncipes germánicos, entregaron la corona a Rodolfo con la esperanza de que se plegase mejor a sus intereses que su principal oponente al título: el autoritario Otokar II de Bohemia. Tras vencerle, el flamante emperador concede el ducado de Austria a su hijo Alberto (más tarde Alberto I, rey de los romanos). El ducado es declarado posesión hereditaria de los Habsburgo en 1282 y pasa a ser el núcleo de la gran administración familiar. Los sucesivos duques de Austria fueron ampliando gradualmente el territorio hasta que se situó entre los principados más poderosos de la época.


En sólo dos o tres generaciones, los Habsburgo habían logrado obtener un alcance inicialmente intermitente en el trono imperial que duraría siglos (1273–1291, 1298–1308, 1438–1740 y 1745–1806).


En 1452 Federico III es el último emperador coronado en Roma por el Papa (ya reinaba desde 1440). Para exaltar más la dignidad familiar se proclama Archiduque de Austria y declara a ésta indivisible. A partir de entonces los hijos de los archiduques serán archiduques y, por ende, los nietos de los archiduques lo serán asimismo.


Federico III, Duque de Alta Austria, Archiduque de Austria y Emperador del Sacro Imperio (1415-1493)


Los Habsburgo, mediante una política de hábiles alianzas y la reivindicación de varias sucesiones, ya se habían asegurado el dominio de todos los territorios del sudeste alemán (con excepción de Baviera) y de múltiples comarcas situadas fuera de Alemania. El matrimonio de Maximiliano I con María de Borgoña, hija de Carlos el Temerario, en 1477, pone los Países Bajos y el Franco Condado en manos de la dinastía. Desde entonces poseen la influencia necesaria para convertirse en la más poderosa de Europa. Federico III ha hecho realidad su monograma AEIOU (Austriae est imperare orbi universo: Austria domina el mundo), que hace grabar en sus objetos personales y en todos los edificios públicos.


En 1486 su hijo Maximiliano fue elegido rey de los romanos: es el auténtico gobernante de Alemania y, al mejor estilo familiar, casa en 1496 a su hijo Felipe “el Hermoso” con Juana, heredera de Castilla y Aragón y a su nieto Fernando con Ana, hija de Ladislao II de Hungría y de Bohemia, con lo que todos estos reinos se unirán a Austria. Su nieto Carlos (V de Alemania y I de España) heredará España, Italia del sur, Austria y los Países Bajos, con derecho a decir: “En mis dominios nunca se pone el sol”. Con este rey de talla mundial, la casa de Habsburgo alcanza el cenit de su esplendor.


Mapa donde se detallan (en verde) los dominios Habsburgo, 1547


A la muerte de Maximiliano, en 1519, los electores alemanes eligieron a Carlos emperador del Sacro Imperio, pese a las reclamaciones de Francisco I de Francia. En 1522 le encargó el gobierno de Alemania y de Austria a su hermano Fernando. Cuando Carlos V abdicó, en 1556, para retirarse al monasterio de Yuste, Fernando I accedió a la dignidad imperial del Sacro Imperio, conservando sus títulos de archiduque de Austria, rey de Bohemia y rey de Hungría.


Bajo Maximiliano II, los Habsburgo adquirieron primero la tierra donde después construirían el Palacio de Schönbrunn: el palacio de verano de los Habsburgo en Viena y uno de los símbolos más duraderos de la dinastía.


Schloss Schönbrunn (1765)

CASA DE LOS BORBON

Casa de Borbón-Anjou

La rama de Bourbon-Anjou, castellanizada simplemente como Borbón, proviene de Felipe de Francia, duque de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia, proclamado en 1700 rey de España con el nombre de Felipe V. Esta proclamación dio pie a la Guerra de Sucesión Española, contra el pretendiente de la Casa de Austria, el archiduque Carlos de Austria. Esta rama ha reinado en España de 1700 a 1808, de 1814 a 1868, de 1878 a 1931 y desde 1975, con Juan Carlos I.

Armas completas de la monarquía española desde Carlos III hasta Alfonso XIII (1761-1931)


Los Borbones españoles del siglo XVIII —Felipe V, Luis I, Fernando VI, Carlos III y Carlos IV — llevaron a cabo una política de profundas reformas en todos los campos con la intención de colocar a España en un lugar destacado entre las potencias europeas. Felipe V fue ayudado primero por consejeros franceses, relevados pronto por españoles pertenecientes a la primera generación de ilustrados.


La política dinástica sostenida por Felipe V y su segunda esposa, Isabel de Farnesio, otorgó tronos en Italia a los hijos del matrimonio, dando origen a la rama Borbón-Sicilia. Los reinados de Fernando VI y Carlos III significaron la plenitud del reformismo. El agotamiento de los hombres y los programas ilustrados reformistas y la implicación de España en los sucesos internacionales ocasionaron una profunda crisis del Estado y de la dinastía, que llegó a su punto álgido en el enfrentamiento entre el rey Carlos IV y su hijo, el príncipe de Asturias y futuro Fernando VII.

Carlos IV de España (1789)


La conjura de El Escorial (1807) y el motín de Aranjuez (1808), promovidos por el círculo de Fernando contra el favorito de los reyes, Manuel Godoy, provocaron el derrocamiento de Carlos IV y la proclamación de Fernando VII. Estas alarmantes muestras de la descomposición de la dinastía sucedían en una España ocupada por las tropas de Napoleón I Bonaparte, en cuyos planes figuraba ya el destronamiento de los Borbones y la inserción de España en la órbita imperial.


El desprestigio de la familia real alcanzó su cima en las abdicaciones de Bayona, por las que Carlos IV y Fernando VII entregaron a Bonaparte sus derechos a la Corona de España, quien a su vez los transfirió a su hermano José.


A excepción de José I (1808-1813), de la Casa de Bonaparte, y Amadeo I (1870–1873), de la Casa de Saboya, todos los reyes y reinas de España de los siglos XIX y XX han pertenecido a la dinastía borbónica. Ésta se escindió en el siglo XIX en dos ramas rivales.


En 1830, y próxima la muerte de Fernando VII, el heredero legítimo era su hermano Don Carlos María Isidro de Borbón, pero una serie de maniobras del monarca, tras las cuales se hallaban los liberales, cambiaron la ley sucesoria para que pudiera reinar su hija de cuatro años, Isabel, desposeyendo a su hermano. Los Carlistas, opuestos ideológicamente a los liberales en cuanto al papel de la religión y el trono, nunca aceptaron la legalidad de estas maniobras, ni tampoco la sucesión femenina, escudándose en la Ley Sálica.

La Princesa Margarita de Borbón-Parma, Duquesa de Madrid (1847-1893), Reina carlista de España


La línea masculina proveniente de Don Carlos María Isidro se enfrentó a la línea reinante, proveniente de Isabel II y su marido, Francisco de Asís de Borbón, dando lugar a tres guerras civiles a lo largo del siglo XIX, las llamadas Guerras Carlistas. Los reyes de la dinastía carlista llegaron a ejercer el poder efectivamente en algunas zonas de España durante las guerras. Pero esta rama se extinguió en 1936. La mayor parte de los carlistas actuales reconocen como pretendiente a la Corona española a Carlos Hugo de Borbón-Parma, perteneciente a una rama colateral.


El 7 de julio de 1868 comienza la Revolución Española comandada, dirigida y acaudillada por Juan Prim y por Antonio de Orleans, duque de Montpensier, con la única finalidad de derrocar y derribar del trono a Isabel II, a pesar de que los reyes eran parientes sanguíneos del duque. La familia real parte al exilio instalándose en París. En 1870 Isabel II abdicó en favor de su hijo Alfonso XII.

Francisco de Asís de Borbón, Rey consorte de España y duque de Cádiz (1822-1902)


Estando en el trono el nieto de Isabel II, Alfonso XIII, se produce un contexto de crisis política y social, en que el capitán general de Cataluña Miguel Primo de Rivera dio un golpe de Estado el 13 de septiembre de 1923, que fue respaldado por el rey al encargarle la formación de un gobierno. Primo de Rivera formó primeramente lo que llamó Directorio Militar y, posteriormente (1925), un Directorio Civil. Por la oposición creciente que generó el dictador, Alfonso XIII lo apartó del gobierno en 1930, nombrando presidente del consejo de ministros al general Dámaso Berenguer con la intención de retornar al régimen constitucional.


Tras la caída del dictador aumentaron las manifestaciones antimonárquicas, hubo pronunciamientos militares republicanos que fueron frustrados por el gobierno y en febrero de 1931 el almirante Juan Bautista Aznar fue designado presidente del consejo por Alfonso XIII. Su gobierno convocó elecciones municipales el 12 de abril de 1931. Al conocerse en las elecciones mencionadas la victoria en las ciudades de las candidaturas republicanas, el 14 de abril se proclamó la Segunda República. El rey abandonó el país ese mismo día, con el fin de evitar una guerra civil. Renunciaba a la Jefatura del Estado, pero sin una abdicación formal.


Victoria Eugenia de Battenberg, Reina consorte de España, esposa de Alfonso XIII


Juan Carlos I es hijo de Juan de Borbón y Battenberg, conde de Barcelona, y de María de las Mercedes de Borbón-Dos Sicilias y Orleans. En virtud de la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado de 1947, Juan Carlos fue propuesto como sucesor del dictador Francisco Franco a título de Rey, propuesta ratificada por las Cortes Españolas en julio de 1969.


Siguiendo las reglas dinásticas, la sucesión hubiera debido recaer en su padre, Juan de Borbón y Battenberg, tercer hijo y heredero del rey Alfonso XIII. Sin embargo, las no muy cordiales relaciones entre Juan y Franco determinaron el salto en la línea de sucesión y el nombramiento de Juan Carlos como Príncipe de España, título de nuevo cuño con el que Franco pretendía salvar distancias con respecto a la monarquía liberal. Dicho salto fue aceptado por el príncipe Juan Carlos, creando un conflicto interno en la Casa de Borbón. El Conde de Barcelona no renunciaría oficialmente a sus derechos sucesorios hasta 1977, cuando el reinado de su hijo y el fin del régimen franquista eran ya hechos consumados.


Juan Carlos I fue el sucesor designado por Franco para la Jefatura del Estado y luego de la muerte de éste (20 de noviembre de 1975) es proclamado Rey de España por las Cortes Españolas el 22 de noviembre de ese año. El 14 de mayo de 1977, su padre, el Conde de Barcelona, renunció a sus derechos dinásticos históricos y la jefatura de la Casa Real en la persona de Juan Carlos, una vez que hubo constatado la imposibilidad de acceder personalmente al trono. Con esta renuncia se reanudaba la dinastía histórica; y de esta forma, su nieto Felipe se convirtió en Heredero de la Corona y asumió el título de Príncipe de Asturias el 1 de noviembre de 1977, puesto que según la Pragmática Sanción de 1830, los derechos tradicionales de sucesión en el trono se transmiten con preferencia del varón sobre sus hermanas aun siendo éstas mayores en edad.



22 de noviembre de 1975: Jura de Juan Carlos I como Rey de España ante las Cortes

Los Reyes Borbones en España
  • Felipe V (1700–1746)
  • Luis I (1724)
  • Fernando VI (1746–1759)
  • Carlos III (1759–1788)
  • Carlos IV (1788–1808)
Primera Restauración Borbónica
  • Fernando VII (1814–1833)
  • Isabel II (1843–1868)
Segunda Restauración Borbónica
  • Alfonso XII (1875–1885)
  • Alfonso XIII (1886–1931)
Tercera Restauración Borbónica

  • Juan Carlos I (1975-Presente)

Pretendientes carlistas
  • Carlos María Isidro de Borbón como Carlos V (1833–1845)
  • Carlos Luis de Borbón y Braganza como Carlos VI (1845–1860)
  • Juan de Borbón y Braganza como Juan III (1861–1868)
  • Carlos María de Borbón y Austria-Este como Carlos VII (1868–1909)
  • Jaime de Borbón y Borbón-Parma como Jaime III (1909–1931)
  • Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este como Alfonso Carlos I (1931–1936)
  • Regencia de Javier de Borbón-Parma, (1936–1952)
  • Francisco Javier de Borbón-Parma y Braganza como Javier I (1952–1975)
  • Carlos Hugo de Borbón-Parma y Bourbon-Bousset como Carlos Hugo I (1975–presente)
Bandera tradicional carlista